Abre el solomillo o pide al carnicero que te lo prepare para rellenar.
Salpimienta el interior y cubre con las lonchas de jamón ibérico. Añade trozos de queso cremoso, unas hojas de espinacas frescas y las nueces.
Enrolla el solomillo con cuidado y átalo con el hilo de cocina para que conserve su forma.
En una sartén amplia, calienta un poco de aceite de oliva y dora el solomillo por todos sus lados para sellarlo. Esto ayudará a mantener los jugos en el interior. Retíralo de la sartén y resérvalo.
Para la salsa:
Pela y pica los dientes de ajo y la cebolla finamente. Sofríelos en la misma sartén, añadiendo un poco más de aceite si fuera necesario.
Cuando el sofrito está dorado, vierte el vino de Oporto y deja hervir dos minutos.
Añade el caldo de carne y cuando comience a hervir vuelve a poner el solomillo en la sartén con la salsa. Tapa parcialmente.
Cocina a fuego medio-bajo durante 15 minutos, volteando el solomillo de vez en cuando para que se impregne bien de la salsa y se cocine de manera uniforme. Si es necesario, añade un poco más de caldo para mantener la salsa.
Una vez que el solomillo esté cocido, retíralo de la sartén y deja reposar durante 5-10 minutos.
Tritura la salsa con una batidora de mano y pásala por un colador.
Pon la salsa en un cazo y reduce a fuego alto durante unos minutos para que espese.
Si prefieres una salsa más rica, añade una cucharada de mantequilla fría y remueve hasta que se derrita.
Corta el solomillo en medallones y colócalo en los platos.